“Un impulso de dignidad: cómo el Ingreso Mínimo Garantizado transforma hogares vulnerables”
La pobreza extrema y la vulnerabilidad social son retos que aquejan a muchas familias en nuestra ciudad y país. Frente a esta realidad, la estrategia Ingreso Mínimo Garantizado (IMG) se presenta como una ventana de oportunidad para quienes viven con recursos escasos y escasas expectativas de mejora. En este artículo vamos a explorar cómo esta política pública, con raíces en la solidaridad y en la justicia social, se convierte en un mecanismo real de apoyo para hogares en situación de precariedad.
Un marco de respaldo social
El IMG nace de la necesidad de complementar los ingresos autónomos de los hogares que se encuentran en situación de pobreza o vulnerabilidad, para que logren cubrir al menos sus necesidades básicas insatisfechas. En el caso particular de Bogotá, la estrategia está liderada por la Secretaría Distrital de Integración Social (SDIS) y se articula con otros programas de transferencia y con la clasificación de beneficiarios a partir del Sisbén IV. El objetivo es que los hogares que se seleccionan para recibir el apoyo efectivamente puedan disponer de un ingreso mínimo que les brinde mayor estabilidad.
¿Qué cambia para los hogares?
Más allá de la mera entrega de dinero, el IMG busca generar efectos profundos: reducir la pobreza monetaria, aumentar el acceso a bienes y servicios, mejorar las condiciones de vida y abrir caminos de movilidad social. En una evaluación reciente se constató que la estrategia contribuyó a bajar los índices de pobreza en Bogotá. El enfoque no es sólo “dar plata”, sino “dar dignidad” y “dar oportunidades”.
Requisitos y focalización
Para acceder al IMG es necesario cumplir ciertos requisitos: estar registrado en el Sisbén, pertenecer a los grupos más vulnerables (A o B en el caso de Bogotá) y no estar recibiendo ciertos otros programas de apoyo similares. Estos criterios de focalización garantizan que los recursos lleguen a quienes más lo necesitan, evitando duplicidades. Además, se establecen modalidades de entrega que incluyen billeteras digitales o giros, para facilitar el acceso.
Componentes de intervención
La estrategia está estructurada en varios “componentes”: hogares en pobreza extrema, primera infancia, educación, personas mayores, personas con discapacidad, jóvenes, víctimas del conflicto armado con pertenencia étnica, etc. Por ejemplo, en agosto de 2025, más de 953.000 personas recibieron apoyos económicos en Bogotá mediante estos componentes. Integración Social De esta forma, el programa adopta una lógica integral: no sólo cubrir la carencia económica, sino también impulsar capital humano, desarrollo social y equidad.
Un efecto multiplicador en los hogares
Cuando un hogar vulnerable recibe un apoyo como el IMG, este ingreso adicional puede marcar la diferencia entre sobrevivir y empezar a planear un futuro. Comprar alimentos más nutritivos, llevar a los niños al colegio, solicitar atención médica, ahorrar un poco, bancarizarse: son efectos que se extienden más allá del desembolso inmediato. Este efecto multiplicador permite que la apuesta social vaya más allá de un subsidio pasajero.
Desafíos y puntos de mejora
Sin embargo, ningún programa es perfecto. Hay retos como la cobertura completa, la permanencia de los beneficiarios, la bancarización plena, la condicionalidad en componentes que lo requieren (por ejemplo educación), la comunicación eficaz con los hogares, la transparencia del proceso y la participación ciudadana. Por ejemplo, la SDIS ha impulsado jornadas de “IMG en tu Localidad”, “IMG al Barrio” y “Grupos Impulsa” para fortalecer la participación de los beneficiarios.También existe la evaluación de impacto que permite ajustar el programa para mejorar su efectividad.
Mirando el futuro
El IMG debe consolidarse como una política social sostenible, donde los hogares vulnerables no solo reciban el apoyo una vez, sino que puedan transitar hacia una mayor autonomía. La política pública debe combinar transferencias económicas con acompañamiento social, formación, oportunidades laborales, bancarización y procesos de inclusión productiva. En este sentido, la transformación no es solo del hogar, sino de las mismas estructuras de oportunidad.
Conclusión
En definitiva, la estrategia Ingreso Mínimo Garantizado es mucho más que un subsidio puntual: es una apuesta por la dignidad, la justicia social y la capacidad de las familias para construir un mejor futuro. Para los hogares que más lo necesitan, este mecanismo representa un alivio real y una puerta hacia nuevas posibilidades. Administrarla con transparencia, adaptarla con inteligencia y fortalecerla con participación ciudadana, será clave para que su impacto trascienda y se convierta en un motor de cambio social.

